El Helicobacter pylori es una bacteria ampliamente extendida. Su infección se adquiere habitualmente en la infancia. Se estima que el 30-80% de la población adulta está infectada.
Aunque el Helicobacter pylorii no produce por sí mismo ningún síntoma digestivo, sí que desempeña un papel fundamental en la génesis de diversas enfermedades gástricas como la úlcera péptica y la gastritis crónica. También parece ser un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer gástrico.
Se dispone de diversas técnicas que permiten diagnosticar la presencia del Helicobacter pylori y de valorar su erradicación tras un tratamiento adecuado. Una de las pruebas más utilizadas es el test de aliento con 13C-urea. Se basa en la capacidad del Helicobacter pylori para transformar la urea. Para realizar la prueba se administra una solución con urea marcada con un isótopo no radioactivo: el carbono 13. En presencia del Helicobacter ylori la urea marcada es transformada en dióxido de carbono (CO2) y amoníaco (NH3). El CO2 marcado se absorbe, pasa a la sangre y es eliminado en forma de aire espirado a través de los pulmones.
Mediante aparatos especialmente diseñados se puede detectar el CO2 marcado en el aire espirado y confirmar la presencia de la bacteria.
La infección por Helicobacter pylori puede tratarse mediante el empleo de antibióticos. Con ello se elimina la infección y se cura la úlcera en alrededor de un 80% de los casos. Si la bacteria no ha podido ser eliminada, la úlcera reaparece después de un corto período de tiempo en la mayoría de la gente.